MONTOBBIO

1966
La poesía inunda los pasillos, las aulas, las calles, las alcobas. La poesía es tan libre como un pájaro
y no se resiste a dejar de ser misterio.
La poesía nos puebla, nos inunda, nos penetra.
Pertenecemos a la poesía. La tierra es poesía.
Pero está también la noche, y el miedo,
y las fauces del tiempo y el olvido.
También la poesía es su signo.
Si abandono la poesía, del hombre abdico.
Aun en el silencio en ella vivo.
Para un verdadero poeta, todo momento debería ser poético, dice Borges en un libro de Diálogos.
Me parece añade que no sabe si esto es posible o si sería sencillamente soportable. En estos días de marzo así están siendo todos mis momentos.
De modo continuo, sin descanso. El alma
y la mano trabajan, es una manera de decir,
porque el arte es un destino y no un trabajo.

El alma, la mano, el corazón y la mirada
se entrelazan los dedos en los versos
y los ven en las esquinas y los adivinan
más allá de las ventanas y en el árbol
y en la nube y en el pájaro y así
en todo momento, que es poético. La vida
puede tener esta intensidad, este misterio.
Estos días de marzo son el acta que de ellos levantan. Los poemas están, no engañan.


 
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